La manzana de la discordia

Artículo de Opinión de Enrique Peidró, Ciudadanos Alcoy

¿Se puede saber qué pasa con la manzana de Rodes? Estamos ante un proyecto que debería ser prioritario para todos, una apuesta ilusionante para la ciudad, una iniciativa que tendría que ser objetivo principal e inmediato y que se debería apoyar e impulsar sin apenas miramientos… y en lugar de eso se ha convertido en una especie de culebrón sudamericano que propicia descalificaciones por parte de unos y respuestas airadas por parte de otros, de tal forma que no hay manera de conocer quién dice la verdad ni cuál es la realidad sobre el mismo.

Y la cosa está así: cuando no es porque aparecen bombas físicas en el edificio, es porque hay alguien que se dedica a ponerlas en sentido figurado, pero el proyecto no avanza. O, al menos, no lo hace al ritmo que nos gustaría. Pasan los días, las semanas, los meses… incluso los años, y apenas hay avances. ¿Tan complicado es ponerse de acuerdo para diseñar un proyecto que ayude y favorezca el crecimiento de nuestra ciudad? No debería serlo, aunque nada nos puede sorprender ya sobre la incapacidad de algunos partidos para alcanzar el consenso, visto lo visto en otros ámbitos.

Desde luego, si hay algo que no queremos los alcoyanos es que este asunto se convierta en un remake local del “Sálvame”. Cierto es que estamos de lo más entretenidos viendo cómo populares y socialistas se pelean a través de las redes, pero quizá sea momento de olvidarse de hacer “política” con este asunto y dedicarse a buscar soluciones. Apenas han pasado 100 días desde las pasadas elecciones municipales… por favor, no empecemos ya a “trabajarnos” los votos de las siguientes, que, hasta el 2023, todavía queda mucho para ello.

Espero, sinceramente, que la próxima vez que lea una noticia en los medios relativa a la manzana de Rodes sea para conocer detalles sobre su próxima inauguración, que se nos diga cuántos puestos de trabajo ha generado, qué influencia está teniendo sobre la economía alcoyana… En conclusión, que hablemos de una realidad de la que todos nos sintamos orgullosos y no tengamos que oír a ningún otro político de ningún partido lanzando reproches o lamentos. Esperemos que pronto consideremos esta manzana con orgullo, como nuestra particular “gran manzana” y deje de ser, tal y como he titulado este artículo, la “manzana de la discordia”.

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