«El suicidio no es culpa de nadie, pero sí es responsabilidad de todos»: prevención y concienciación
Un suicidio cada dos horas y media. Aproximadamente once suicidios al día. En 2022 fueron 4.097 las personas que se quitaron la vida en España. Unos datos realmente alarmantes, que solo hacen que crecer.
Durante muchos años se ha creído, erróneamente, que la mejor manera de evitar los suicidios era no hablar de ello. Pero ahora sabemos que esto no es así. Con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, celebrado este pasado 10 de septiembre, en Cope Alcoy hemos querido profundizar en este problema, podríamos decir, de salud pública, que debe ser una prioridad en nuestro país.
Carlos Soto es superviviente del suicidio de su hija y se dedica a ayudar a personas que han pasado por una situación como la suya. Los supervivientes son aquellas personas que sobreviven al suicidio de un ser querido. Una figura que, en muchas ocasiones, está invisibilizada. Sin embargo, es importante colocarla en el centro del debate, ya que es las que sufre la pérdida.
«Lo que recomendaría a todas las personas que en algún momento tengan cerca a un superviviente de suicidio es que nos dejen expresar lo que necesitamos: llorar si hay que llorar, enfadarnos si tenemos que enfadarnos y que nos acompañen en esas demostraciones», ha explicado Soto.
Uno de los objetivos fundamentales para la prevención del suicidio es que deje de ser un tema tabú, que se hable. Solo así se favorecerá a que las personas con ideaciones suicidas se sientan cómodas para hablar de lo que les sucede. En estos casos, es imprescindible contar con un profesional de la salud mental.
Como familiares o personas cercanas, sin embargo, no siempre es fácil detectar que nuestro ser querido está pasando por un momento complicado. Aún así, existen ciertas señales que pueden alertarnos. «Es muy importante que el resto de la sociedad estemos atentos a los estados de ánimo de los que tenemos cerca«, asegura Soto. Y esto es algo en lo que coincide Josep Sirera, psicólogo.
«La persona que quiere quitarse la vida lo que tiene es, realmente, muchísimo dolor. Sí es cierto que el estar cerca, escucharla, darse cuenta de los cambios de actitud y comportamiento o el cambio en sus hábitos y en su agenda nos puede ayudar a entender que quizá esté pasando por una fase de tanto dolor que no ve otra alternativa», explica Sirera. Sin embargo, sí la hay y pedir ayuda es el primer paso.
Los jóvenes, especialmente vulnerables
Los jóvenes -más aún a raíz de la pandemia- son el grupo de edad en el que mayor incremento se está experimentando en la tasa de suicidio. Según los datos de 2022, ofrecidos por en Instituto Nacional de Estadística (INE), se registraron 345 suicidios en menores de 30 años.
«El 70% de los jóvenes afirma no tneer una buena salud mental», asegura Carles Sansalvador, concejal de Salud Pública en el Ayuntamiento de Alcoy. «Desde los diferentes estamentos administrativos se lucha». En este sentido, a nivel local hay un servicio a disposición de los jóvenes de asesoría psicológica. Explica el concejal que APSI está disponible miércoles y jueves por la tarde y viernes por la mañana. Se puede reservar cita a través de su web.
También Soto, en su labora divulgativa, lanza un mensaje a la juventud. «Todo eso que ellos se callan y que no quieren contar se convierte en un dolor que nosotros adquirimos en el momento de la pérdida».
Recursos de ayuda
Aseguran los profesionales que hay alternativa al suicidio: vivir. Para ello, pedir ayuda es el primer paso. Si estás pasando por una situación complicada puedes contactar con el 024, línea de atención a la conducta suicida. También hay otras herramientas como el Teléfono de la Esperanza, cuyo número es el 717 003 717 a nivel nacional y el 963 916 006 a nivel autonómico. Todos ellos son gratuitos y confidenciales y actúan de forma ininterrumpida los 365 días del año.
Ante una emergencia vital se debe recurrir al 112 y también existen Grupos de Ayuda Mutua, que pueden ser útiles para supervivientes.