La fiesta de San Antonio de Padua fue protagonista en el Convento de Cocentaina

El Convento de los Padres Franciscanos de Cocentaina vivió el jueves el día grande de la festividad en honor a San Antonio de Padua, una tradición muy arraigada en la Villa Condal que se recuerda cada 13 de junio. La climatología respetó todos los actos preparados para esta jornada después de un inicio de semana marcado por las fuertes lluvias que cayeron en la capital del Comtat pero también en otras localidades de estas comarcas.

Los actos en honor a San Antonio de Padua arrancaron el lunes por la tarde con el inicio del triduo dedicado al Santo, unos cultos que se llevaron a cabo en la iglesia del Convento de los Franciscanos y que contaron con una nutrida asistencia de fieles. Cada jornada finalizó con la celebración de la eucaristía ante la imagen del mismo San Antonio de Padua que presidía el altar mayor del templo junto a la reliquia.

Ya el jueves destacó la misa solemne a partir de las siete de la tarde en la que tuvieron un protagonismo especial los niños y las niñas que este año han recibido la Primera Comunión tanto en el mismo Convento como en las dos parroquias locales. Don Eduardo Rengel, titular de la parroquia de Santa María, fue quien ofició la mencionada eucaristía estando acompañado por el sacerdote contestanos Don Rafael Valls, el párroco del Salvador (Don Javier Sanchiz) y el Guardián del Convento (Fray Fernando Fuertes). En la recta final de la celebración fueron bendecidos los lirios, que se entregaron a los comuniantes, y también se efectuó una oración por la familia ante San Antonio de Padua.

Instantes después comenzó la procesión, la cual discurrió por el recinto conventual con el acompañamiento de la música tradicional que interpretó la Colla de Dolçaines i Tabals Mal Passet. San Antonio de Padua fue recibido en la plaza del Convento con el volteo general de las campanas, los bailes populares del Grup de Danses El Convent y el disparo de una traca que anunció al final la entrada de la imagen dentro de la iglesia. Tras esto se dio a besar la reliquia a fieles y devotos repartiéndose también a los asistentes el pan bendito del santo por parte de la Orden Franciscana Seglar, una costumbre que cada año es muy esperada.

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