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¿Cómo afectaría a las Fiestas de Alcoy la propuesta del Papa de una fecha fija para Semana Santa?

A principios del pasado mes de abril trascendió la noticia, en todos los medios de comunicación internacionales, de que el Papa Francisco pretende hacer realidad «un cambio histórico» que tendría un importante impacto en las celebraciones de Semana Santa. Y es que el Sumo Pontífice ha puesto sobre la mesa la posibilidad de que el Triduo Pascual quede fijado en una misma fecha todos los años para unificar así la celebración de la Pascua entre todos los cristianos, católicos y ortodoxos.

La idea podría ser una mera anécdota pero tiene un gran calado en nuestra sociedad actual porque de la fecha de la Semana Santa dependen tradiciones anteriores a la Cuaresma como los Carnavales o costumbres posteriores a Pascua tan arraigadas como el Corpus Christi. Y si trasladamos esta cuestión al ámbito local se abre un importante frente en relación a las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy porque, como por todos es sabido, La Gloria pregona la trilogía en honor a San Jorge en Domingo de Resurrección.

Hay que recordar que, la Pascua de Resurrección es el domingo inmediatamente posterior a la primera luna llena de la primavera (tras el equinoccio de marzo) y se fija empleando el cálculo de la Luna llena astronómica. De esta forma, la Semana Santa puede ocurrir tanto en marzo o en abril, variando cada año sus fechas y hasta ahora, no coincidiendo de forma consecutiva. La modificación a la que el Papa ha abierto la puerta todavía no está concretada y podrían barajarse opciones como adaptar el calendario  gregoriano al juliano, o viceversa, o buscar una fecha de Pascua fija, que podría hacer coincidir todos los años el Domingo de Resurrección en el segundo o tercer domingo de abril.

Si esto pasara, Alcoy se vería obligada a hacer cambios importantes en la Festa y habría que debatir cuestiones significativas como un hipotético adelanto de La Gloria a principios de abril, celebrar los Moros y Cristianos siempre en el último fin de semana de este mes o atrasarlos  hasta la primera semana de mayo.

Unos futuribles que no pasan desapercibidos para los representantes políticos de nuestra ciudad. A ello se referían esta semana en el #TiempoDeAnálisis de COPE ALCOY Jordi Martínez (portavoz del PSOE y edil de Fiestas) y Kico Cantó (concejal del Partidor Popular):

 

 

De prosperar la iniciativa del Papa, contemplaríamos también como en varios años el 23 de abril se vería afectado por la Semana Santa quedando fuera de la trilogía. Una situación que ya se dado en 2024, año en el que la festividad de San Jorge cayó en el Dia del Descans tras adelantar las Fiestas a fin de semana y día en el que se llevaron a cabo diversos actos religiosos en la ciudad para rendir un merecido homenaje al patrón.

El Papa declara el 2021 como el Año de San José

La Iglesia Católica pone su mirada desde este 8 de diciembre y hasta la misma fecha de 2021 en San José, padre de Jesús de Nazaret y esposo de María. De esta manera, el Papa Franciscoreivindica, a través de la Carta apostólica ‘Patris corde’ (con ‘Corazón de padre’), el valor de su figura, cuando se cumplen 150 años desde que fuera declarado patrono de la Iglesia Universal.

Fue precisamente un 8 de diciembre de 1870 cuando Pío IX le otorgó este título a través del decreto Quemadmodum Deus, 16 años después de aprobar el dogma de la Inmaculada Concepción.

Un padre amado, un padre en la ternura, en la obediencia y en la acogida; un padre de valentía creativa, un trabajador, siempre en la sombra: con estas palabras el Papa Francisco describe a san José de una manera tierna y conmovedora.

Padre amado, tierno y obediente

San José, de hecho, expresó concretamente su paternidad al haber hecho de su vida una oblación de sí mismo en el amor puesto al servicio del Mesías. De ahí su papel como «la pieza que une el Antiguo y el Nuevo Testamento «, «siempre ha sido amado por el pueblo cristiano» (1). En él, «Jesús vio la ternura de Dios», la ternura que nos hace “aceptar nuestra debilidad», porque «es a través y a pesar de nuestra debilidad» que la mayoría de los designios divinos se realizan. «Sólo la ternura nos salvará de la obra» del Acusador, subraya el Pontífice, y es al encontrar la misericordia de Dios, especialmente en el Sacramento de la Reconciliación, que podemos hacer «una experiencia de verdad y de ternura», porque “Dios no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona” (2). José es también un padre en obediencia a Dios: con su «fiat» salva a María y a Jesús y enseña a su Hijo a «hacer la voluntad del Padre». Llamado por Dios a servir a la misión de Jesús, «coopera en el gran misterio de la redención y es verdaderamente un ministro de la salvación» (3).

Padre en la acogida de la voluntad de Dios y del prójimo

Al mismo tiempo, José es «un padre en la acogida», porque «acogió a María sin poner condiciones previas», un gesto importante aún hoy -afirma Francisco- «en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente». Pero el Esposo de María es también el que, confiando en el Señor, acoge en su vida incluso los acontecimientos que no comprende, dejando de lado sus razonamientos y reconciliándose con su propia historia. La vida espiritual de José no “muestra una vía que explica, sino una vía que acoge”, lo que no significa que sea «un hombre que se resigna pasivamente». Al contrario: su protagonismo es «valiente y fuerte» porque con «la fortaleza del Espíritu Santo», aquella «llena de esperanza», sabe “hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia”. En la práctica, a través de san José, es como si Dios nos repitiera: «¡No tengas miedo!», porque «la fe da sentido a cada acontecimiento feliz o triste» y nos hace conscientes de que «Dios puede hacer que las flores broten entre las rocas». Y no sólo eso: José «no buscó atajos», sino que enfrentó «‘con los ojos abiertos’ lo que le acontecía, asumiendo la responsabilidad en primera persona». Por ello, su acogida “nos invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal como son, con preferencia por los débiles” (4).

Padre valiente y creativo, ejemplo de amor a la Iglesia y a los pobres

Patris corde destaca «la valentía creativa» de san José, aquella que surge sobre todo en las dificultades y que da lugar a recursos inesperados en el hombre. «El carpintero de Nazaret -explica el Papa- sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia». Se enfrentaba a «los problemas concretos» de su familia, al igual que todas las demás familias del mundo, especialmente las de los migrantes. En este sentido, san José es «realmente un santo patrono especial» de aquellos que, «forzados por las adversidades y el hambre», tienen que abandonar su patria a causa de «la guerra, el odio, la persecución y la miseria». Custodio de Jesús y María, José «no puede dejar de ser el Custodio de la Iglesia», de su maternidad y del Cuerpo de Cristo: cada necesitado, pobre, sufriente, moribundo, extranjero, prisionero, enfermo, es «el Niño» que José guarda y de él hay que aprender a «amar a la Iglesia y a los pobres» (5).

Padre que enseña el valor, la dignidad y la alegría del trabajo

Honesto carpintero que trabajó «para asegurar el sustento de su familia», José también nos enseña «el valor, la dignidad y la alegría» de «comer el pan que es fruto del propio trabajo». Este significado del padre adoptivo de Jesús le da al Papa la oportunidad de lanzar un llamamiento a favor del trabajo, que se ha convertido en «una urgente cuestión social», incluso en países con un cierto nivel de bienestar. «Es necesario comprender», escribe Francisco, «el significado del trabajo que da dignidad», que «se convierte en participación en la obra misma de la salvación» y «ocasión de realización» para uno mismo y su familia, el «núcleo original de la sociedad». Quien trabaja, colabora con Dios porque se convierte en «un poco creador del mundo que nos rodea». De ahí la exhortación del Papa a todos a «redescubrir el valor, la importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva ‘normalidad’ en la que nadie quede excluido». Mirando en particular el empeoramiento del desempleo debido a la pandemia de Covid-19, el Papa llama a todos a «revisar nuestras prioridades» para comprometerse a decir: “¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!” (6).

Padre en la sombra, descentrado por amor a María y Jesús

Siguiendo el ejemplo de la obra «La sombra del Padre» del escritor polaco Jan Dobraczyński, el Pontífice describe la paternidad de José respecto de Jesús como «la sombra del Padre celestial en la tierra». «Nadie nace padre, sino que se hace», afirma Francisco, porque se hace «cargo de él”, responsabilizándose de su vida. Desgraciadamente, en la sociedad actual «los niños a menudo parecen no tener padre», padres capaces de «introducir al niño en la experiencia de la vida», sin retenerlo ni «poseerlo», pero haciéndolo «capaz de elegir, de ser libre, de salir». En este sentido, José tiene el apelativo de «castísimo», que es «lo contrario a poseer»: él, de hecho, «fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre», «sabía cómo descentrarse» para poner en el centro de su vida no a sí mismo, sino a Jesús y María. Su felicidad está «en el don de sí mismo»: nunca frustrado y siempre confiado, José permanece en silencio, sin quejarse, pero haciendo «gestos concretos de confianza». Su figura es, por lo tanto, ejemplar, señala el Papa, en un mundo que «necesita padres y rechaza a los amos», que refuta a aquellos que confunden «autoridad con autoritarismo, servicio con servilismo, confrontación con opresión, caridad con asistencialismo, fuerza con destrucción». El verdadero padre es aquel que «rehúsa la tentación de vivir la vida de los hijos» y respeta su libertad, porque la paternidad vivida en plenitud hace «inútil» al propio padre, «cuando ve que el hijo ha logrado ser autónomo y camina solo por los senderos de la vida». Ser padre «nunca es un ejercicio de posesión», subraya Francisco, sino «un ‘signo’ que nos evoca una paternidad superior», al «Padre celestial» (7).

La oración diaria del Papa a san José y ese «cierto reto»

Concluida con una oración a san José, Patris corde revela también, en la nota número 10, un hábito de la vida de Francisco: cada día, de hecho, «durante más de cuarenta años», el Pontífice recita una oración al Esposo de María «tomada de un libro de devociones francés del siglo XIX, de la Congregación de las Religiosas de Jesús y María». Es una oración que «expresa devoción y confianza» a san José, pero también «un cierto reto», explica el Papa, porque concluye con las palabras: “Que no se diga que te haya invocado en vano, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder”.

Indulgencia plenaria para el «Año de San José»

Junto a la publicación de la Carta apostólica Patris corde, se ha publicado el Decreto de la Penitenciaría Apostólica que anuncia el «Año de San José» especial convocado por el Papa y la relativa concesión del «don de indulgencias especiales». Se dan indicaciones específicas para los días tradicionalmente dedicados a la memoria del Esposo de María, como el 19 de marzo y el 1 de mayo, y para los enfermos y ancianos «en el contexto actual de la emergencia sanitaria».